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viernes, 1 de febrero de 2008

Piñas y ardillas

Cuando vas corriendo entre los pinos y te sorprende una ardilla que trepa y sube, y frena y te paras y entonces sube más alto, y se sienta... y mientras sigues con la boca abierta mirándola... se pone a comer una piña.... y escuchas el ruido que hace, y ves que tira los restos, y vas detrás a buscarlos, y a verlos, y te preguntas ¿qué comen?, ¿dónde están los piñones? y te pones a buscarlos, y los encuentras en otras piñas que no se han comido ellas, y te da por probarlos...
Todo se para como te has parado antes, y en los cinco minutos que ha durado todo ya tienes la espalda fría, así que otra vez echas a correr...
Pero el sabor del piñón en la boca te acompaña todo el día, igual que la imagen de la ardilla apoyada en el árbol comiendo, sin inmutarse por tu presencia y tu absurda admiración...
Y bendito absurdo, el deleite en las cosas pequeñas, la grandeza en la sencillez, la vida en una semilla...