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miércoles, 30 de septiembre de 2009

De "salvabrazos" por los trenes

Ayer casi me da algo, esto de ir con la bici en el tren tiene que a veces no tienes sitio y te quedas a la puerta del último vagón, para no molestar a nadie... y salvar algún que otro brazo.
Pues ya sabéis lo que pasa cuando pita el tren y se cierran las puertas... que siempre hay alguien que se empeña en entrar... ¡mientras se están cerrando las puertas! Y ayer me quedé boquiabierta al ver a una chica entre las dos puertas. Tuve que tirarle del brazo (el derecho) y el cuerpo para ayudarla a entrar del todo. Pensé que con eso sería suficiente, pero el otro brazo (el izquierdo) se quedó fuera. El tren estaba ya a punto de arrancar, así que pensé, "ospi, si arranca igual esta chica se queda sin brazo". Así que en cuestión de segundos tuve que tomar la decisión: buscar cualquier palanca de emergencia posible. Vi dos: "emergencia" y "desbloqueo de puertas", ésta más cercana. Levanto la tapa, veo una palanca y a pesar de mi inutilidad para la técnica, la muevo para el único sitio que giraba (sentido antihorario). Bueno, la verdad es que la moví para todas partes, a lo bestia, venga, mira que si presencio cómo esta chica se descuajaringa el brazo... y ¡magia! funcionó, las puertas se abrieron y la chica pudo entrar.
Eso sí, el tren tuvo un retraso de 20 minutos, no sé si por ese motivo o no. Lo cierto es que las puertas quedaban semiabiertas a la distancia que las dejamos (hubo gente que incluso se metió entre el hueco, manda mecha, qué malas son las prisas) y hasta que no vino un paisano con una llave a accionar no sé qué y volver a dejar las puertas como estaban no salió el tren.
Pensé, "vaya, por una persona, todo el tren esperando 20 minutos, mira qué gracia", pero desde luego sé que hice lo correcto. No quiero pensar qué habría pasado si el tren arranca.
Ahora bien, meditación: "cuántas burradas hacemos sin pensar, por las puñeteras prisas".
Y conclusión: "más vale tarde enteros que puntuales accidentados"