Seguidores

martes, 4 de agosto de 2009

El Arenal II: carrera y llegada a meta

... pues sí, llegaron a tiempo, que digo a tiempo, ¡¡les sobraron 4 minutos por lo menos!! jajaja. Una vez cambiados en el lugar donde dejé el coche en situación de semi-abandono, volvemos corriendo a la salida (ventaja de dejar el coche a t.v.), y seguimos por donde pensamos que vendrían en el coche ya "esprintando" nuestros amigos. Pedrín lo identifica, sí, sí, confirmado, es éste, ah vale, vamos a la salida, andan por aquí. Efectivamente, los veríamos, no así a Abe, a quien tb esperábamos ver, pero que veríamos luego en la carrera (bueno, nos adelantó como un galgo, jejeje)

Así que entre saludos, abrocha zapatillas, y suerte-nos vemos, salimos. Advierten que han cambiado algo el recorrido, por lo que será más corta y parece que el calor no va a ser tan fuerte como el año pasado... todo apunta a que no ha de ir mal...

El primer km. me lo paso concentrada en no tropezar con nadie (éramos pocos, pero muy juntos) ni con el suelo, empedrado en un tramo a la salida del pueblo. Llevo el pie derecho mal, hace unos días que me duele por bruta al abrocharme los cordones en un entreno con cuestas por los pinos, así que voy muy pendiente de no retorcérmelo. Hago 5´37´´ en este primer km.
A la salida del pueblo se gira a la derecha y en seguida viene la cuesta abajo por camino de tierra tan reseco (este año también) que los corredores que van delante desaparecen entre una neblina marrón cual corceles en peli western y música tipo "tiro-ri-ro-riiiii" Aquí sí que decelero, yo misma me freno por miedo a retorcerme el dichoso pie y de nuevo un "tiro-ri-ro-riiii" me anuncia el paso de pares y pares de compañeros adelantando por la izquierda y por la derecha. Me preocupo de no hacer caer a nadie y oigo el viento en mis oidos, silbando un "clandestinooooosss" y pasa sin piedad un aguerrido jinete con las crines recogidas en una coleta sobre una camiseta naranja: "¡cómo se nota el curso de carreras por montañaaaa!", le grito. Pero él ya se ha perdido entre la niebla de tierra, no le volvería a ver hasta la meta. Miro el crono y flipo: ¿cómo he podido hacer este segundo km. cuesta abajo en 6´15´´? Bueno, a ver si recuperamos ahora, venga, vamos a perder el miedo al retorcimiento... pero el pie sigue molestando algo más de lo previsto, sigue el camino de tierra, con subidas y bajadas, y hago el km. 3 en 6´10´´. Pedrín me pregunta varias veces qué tal, le preocupa el ritmo lento que llevo. La verdad, las sensaciones no son de ir tan despacio, y lo único que llevo mal ahora es el pie y que me duelen los cuadriceps, pero por lo demás no va mal. Lo peor está por llegar.


El km. 4 discurre con subidas y bajadas, ahora se suma más calor y más cansancio, más de lo normal y hago este km. en 7´13´´. No me puedo creer lo que marca el crono, pero parece cierto. Siento sed, calor, mucho calor, un calor raro, como si quemara el cuerpo, y en la cuesta del km. 5, la grande, empiezo a pensar qué pasa si me desmayo por ahí. Ya sé que no son pensamientos demasiados positivos, pero no sé por qué, de repente me visualizo en el suelo, con mucha sed, como un pájaro que se está muriendo de sed, sacando la lengua y todo y pienso: "joer, pues no hay agua hasta dentro de un km., cuesta arriba, aunque Pedrín corriera por agua y volviera, igual palmaba..." Por otro lado me planteo caminar, como a tantos que veo y adelanto a ritmo "cámara lenta", pero pienso que entonces es peor, pues más tarde recibiré el agua. Pienso que igual para otra vez no es mala idea llevar agua y visualizo un cinturón de esos que llevan botellines pequeños colgando, y que siempre me he preguntado para qué los llevan... y hoy lo he entendido. Así que con todos estos pensamientos cuando veo al final de la cuesta el avituallamiento, mi único objetivo es llegar, llegar, llegar, aunque sea así de despacio: 8´52´´, pero llegar, a donde sea, pero llegar, acabar la cuesta, acabar la sed... mientras bebo por la botella mi ojo derecho ve UNA FUENTE y a un chico metiendo la cabeza... UNA FUENTEEEEEEEEEE. No me da tiempo ni a planteármelo, ni a avisar a Pedrín, no sé ni si dije algo, directamente me lancé a la fuente a lavarme la cara, las manos, beber, parar, mojarme el pelo, la cabeza... sentía el cuerpo como si fuera una sartén tan caliente que al echarle agua lo único que consigues es bajar la temperatura un poco pero que aún sigue ardiendo. ¿Por qué tengo tanto calor? Si en realidad tampoco he sido demasiado consciente de la temperatura... iba tan pendiente del pie que yo creo que el calor fue haciendo su trabajo en silencio, jugando "al despiste". No sé cómo será lo que llaman "un golpe de calor", pero me puedo imaginar algo parecido si llego a estar más tiempo sin agua. Al ver mi estado lamentable, cual perro lamiendo bebiendo vorazmente de la fuente, se acerca uno de la organización a ofrecerme otro botellín de agua extra. Le digo que no, al fin y al cabo, si tengo la fuente... y sobre todo porque no quiero que no llegue el agua a otros que vengan detrás (no muchos, pero algunos aún quedan). Bebo, contra todo consejo y teoría, hasta que ya no puedo más. Pero es tal la sed y el calor que siento que estoy en una situación de emergencia por sobrevivir. Dejo la fuente y camino un rato en llano para retomar fuerzas. Ya no sé si bebí más, me mojé ni qué hice, sólo recuerdo el comienzo del descenso como el final del infierno, o al menos, la luz de la esperanza. Tardo 6´47´´ en el km. 6. Creo que hubo alguna cuesta más, yo la verdad, no recuerdo mucho de subidas, sobre todo recuerdo la sensación de las bajadas, y de pensar en aguantar lo mejor posible, ahora ya sin miedo a desmayos, sé que habrá otro avituallamiento, y he bebido tanto que sí aguantaré. Pedrín me pregunta varias veces qué tal, le contesto "sobreviviendo" y hago el km. 7 en 6´25´´. Hace mucho que no me preocupan los tiempos por cada km., eso no es importante para mi dadas las circunstancias. Queda poco, oigo a Pedrín que me anima diciendo que queda poco, en un tono que me recuerda a los médicos cuando eres pequeño y te van a poner una inyección, o algo así... La verdad es que pienso que, a pesar de todo, me da pena que se acabe la carrera, pero creo que en realidad lo que me da pena es no haberla disfrutado como quería y se merecía el recorrido. Hasta el km. 8, subiendo al pueblo, por asfalto y con la increíble animación de la gente, hice ahora 5´55´´. Las ganas de llegar, el empujón del público y el deseo de al menos devolverles algo de lo mucho que dan animando así hace que baje tan sólo por segunda vez en la carrera de 6´/km. Haré los últimos metros añadiendo 2´11´´, siendo la marca final de 55´32´´.


En la llegada recuerdo mucha gente gritando y animando de nuevo, la visión de Hita y Espirulina aplaudiendo y Pedrín a mi lado preocupado por mi estado al terminar. Lo segundo, la sandía. Sólo tengo ojos para la sandía, así que me apalanco como un perro de nuevo junto a ella y empiezo a comer sandía, raja tras raja, y a tirar las mondas al contenedor. Ni recuerdo cuántas rodajas de sandía comí, yo creo que por lo menos cuatro. Pero es que ni agua, ni zumos, ni refrescos... sandía, como un perro desesperado sin moverme del sitio, sandía y más sandía para recuperar fuerzas. Mientras, miro la ambulancia y me pregunto si hay alguien cerca...