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sábado, 17 de julio de 2010

Ventajas de vivir (y correr) en Santa Pola


Como casi todos los años desde hace más de 10, vengo a Santa Pola (Alicante) durante parte del mes de julio y disfruto de unos días de asueto corriendo por la playa. Bueno, las playas. En lo que respecta a correr, me gusta:

1. Recorrer (re-correr) las playas cerca del amanecer, cuando el sol aún no ha cobrado la fuerza que más tarde lo haría insufrible.

2. Bañarme tras la carrera, en el agua fresquita y cristalina, como recién puesta para los tres o cuatro que estamos a esas horas (lo mejor de todo)

3. Sentir cómo trabajan los cuádriceps sobre la arena blanda, y que al día siguiente cueste un poco menos.

4. Notar que puedo salir cuatro días seguidos sin que me duela nada, como si no hubiera corrido, en realidad, porque hacerlo sobre la arena dura amortigua todos los impactos. O al menos, esa es mi impresión.

5. Sentir la brisa del mar, ver las aves pescando, dejar las botellas de agua y cuatro cosas más en una silla sin pensar que me lo van a llevar...


Hasta hace cuatro días. Es decir, desde el 13 de julio (dos días después de ser campeones del mundo en fútbol), he sido testigo de más ventajas de vivir en Santa Pola:


1. Si eres policía local y tu trabajo en este pueblo te resultaba aburrido y monótono, ahora tienes la oportunidad de llevar a cabo un trabajo realmente entretenido: rastrear las playas (¿o se dirá "apatrullar"?) para llevarte cualquier sombrilla con su silla correspondiente si no está ocupada por alguien.

2. Si vendes sombrillas y sillas, verás incrementados tus ingresos, dado que la policía se dedica a dejar sin las suyas a quien se le ocurra bañarse, darse una vuelta por la playa, ir al baño, ir a tomar una caña o lo que sea.

3. Si eres usuario de la playa y quieres hacer vida social, puedes hacer nuevos amigos hablando de las horas a las que han pasado hoy, qué sombrillas se han llevado y también puedes ofrecerte para "cuidar" la sombrilla del vecino mientras a éste se le ocurre darse un baño.

4. Si eres un niño vas a madurar muy pronto en estas playas, porque tu madre no podrá acompañarte al agua si venís solos. Alguien se tiene que quedar con la sombrilla, de lo contrario, la poli se la lleva. O eso, o no lleves sombrilla.

5. Si alquilas hamacas y sombrillas también estás de suerte: hemos observado que en tan sólo 4 días de esta eficaz práctica el alquiler de las mismas ha aumentado considerablemente. Si el martes no había ninguna alquilada, hoy sábado ya había 5.

6. Eso sí, si vienes a correr sí puedes dejar una silla con el agua, sandalias, bañador de repuesto, etc.... siempre y cuando NO plantes una sombrilla. De lo contrario, se lo llevan todo.


Como veis, hay muchas ventajas en pasar unos días en nuestras playas levantinas.


Lástima que no opinen lo mismo algunas personas como las que siguen:


1. Matilde: Anciana que se mueve con muletas. Está sola con su cuidadora. No puede ir autónomamente a ningún sitio. Hasta el miércoles, la cuidadora se adelantaba a la playa con las sillas y la sombrilla y luego iba a buscarla a ella. Ese día se encontraron con el hueco y se tuvieron que volver a casa, amén de comprar nuevo ajuar playero.

2. Cristina: durante la semana, está sola con su hijo de 1 año. Lleva al niño en un carrito, y en el carrito las toallas, juguetes, agua, pañales, potitos, una pequeña silla para sentarse y una sombrilla apoyada en el manillar del carrito. Entra en el agua con el niño mirando continuamente a su sombrilla, porque si se la lleva la policía junto con el carrito del niño, las llaves de casa, el móvil y la ropa le toca ir a comisaría en bikini y con el niño en pañal. Y, por supuesto, a olvidarse de dar un paseo, cualquiera se arriesga...

3. Jesús: Iba a correr temprano, como yo, pero con sombrilla, para quedarse luego. Ya no. El otro día no terminó su carrera de forma normal: tuvo que recoger su sombrilla y largarse a dejarla en casa.


Pero, bueno, qué gente, ¿no? ¿de qué se quejarán? Si lo importante es evitar a toda costa (y nunca mejor dicho) que cuatro paisanetes vayan a "coger sitio" en la primera línea de playa... Pero, bueno, ellos ya se lo saben y ahora lo que hacen es turnarse para avisarse si viene la poli. Total, los polis son buenos, siempre preguntan a los vecinos de sombrilla si saben de quién es y esperan a que venga el dueño. Así que arreglado, los jetas seguirán a lo suyo y los que no se busquen la vida pues que no se lleven sombrilla y punto.


El martes 13, día que comenzó esta nueva actividad policial por estos lares, me acerqué a preguntar a los polis a qué hora se podía venir a correr a la playa. La obcecación no me dejó ni terminar la frase: "a ninguna hora. No se puede dejar sola una sombrilla sola a ninguna hora". "No, si yo no traigo sombrilla, traigo silla, vengo a correr, necesito dejar el agua para beber al terminar..." En ese momento giró la cabeza, me miró por primera vez (pertrechada con la ropa de correr, menos mal) y balbuceó un "mmm, bueno, para eso... una silla sí se puede". Yo no esperé a más instrucciones, me fui a "mi silla", donde suelo dejar: dos botellines de agua fría, una toalla, sandalias, bikini y llaves de casa. Pero, a pesar de su "permiso", no puedo evitar estar alerta desde entonces.

¿Lado positivo? Claro: ya no me preocupa si corro más rápido, más ágil, más tiempo, mejor, durante la carrera, sino si tendré mis cosas esperándome al finalizar (¡sobre todo el agua!) o por el contrario me las habrá llevado ¡la policía!.

¿Quién dijo que las vacaciones en la playa son aburridas?

;-)

(¡Y mañana es domingo! ¡Oh, no!)