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domingo, 3 de enero de 2010

Sansilvestre Vallecana: experiencia REPETIBLE (Primera parte)

30.000 inscritos; entre ellos, 6.000 mujeres, record de participación.
22.800 llegados a meta; entre ellos, 3.938 mujeres.
El último en 1h50´, a una media de 11´06´´ por km.
***
Mis tiempos:
km.1 6´06´´
km.2 5´20´´
km.3 5´12´´
km.4 5´22´´
km.5 4´56´´
km.6 5´21´´
km.7/8 10´45´´
km.9/19 12´07´´
TOTAL: 55´13´´, a una media de 5´32´´/km.
***
Mi crónica, escrita a mano en la madrugada del 1, porque no me podía acostar sin escribir lo primero que quiso "salir":

Tenían razón: la San Silvestre Vallecana hay que correrla al menos una vez en la vida. Pero también es cierto que será difícil hacerlo sólo una vez. Y, sobre todo, si la primera vez ha sido con tanta lluvia y granizo como ayer, con lo que supuso en cuanto a la cantidad de público animando y escasez de música y actuaciones durante el recorrido, según me han dicho. Eso sí, si le añadimos la "emoción" de tener cortada la línea 1 de metro y el "ambientazo" en la línea 54 de autobús desde Vallecas a Pacífico (los que dejamos el coche en los alrededores de la meta lo sabemos bien), así como en el metro de Pacífico a Nuevos Ministerios (para que os hagáis una idea, no hacía falta agarrarse a ninguna barra, era imposible caerse debido a lo pegados que íbamos todos) y finalmente la oleada rosa impresionante subiendo la Castellana... sin palabras.
El ambiente en la salida una hora antes era increíble. Tardé en reaccionar hasta llegar al cajón de salida. Y me dio mucha alegría saludar a varios amigos "caóticos"(Ana, Hita, Javi, Alfonso) "entre la gasolinera y el puesto de bebida deportiva".
Tengo que dar las GRACIAS con mayúsculas a Ana Espirulina y a Hita por su impecable gestión: nos recogieron las camisetas, presentaron nuestra marca sub-55 para poder salir en ese cajón (por cierto, otro gran consejo: acreditar marca para poder salir antes, fundamental para correr mejor, recomendable sin duda alguna), nos guiaron con un gps telefónico hasta su casa a nuestra llegada a Madrid, nos invitaron a la última comida del año, ya con risas y D.N.I.s incluídos ;-) y para rematar nos guiaron con otro coche a la zona más próxima posible a la meta (en lo alto del parque "con las mejores vistas de Madrid", que disfrutaremos en la próxima caótica), enfilados para una salida rápida a la M-30 y de ahí a la A-6 rumbo a las uvas. Anfitriones inmejorables, ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!.
Después de las fotos de rigor, el hecho de despedirnos antes de ir a los cajones con un "Feliz Año Nuevo" ya marcó el sentido de esta carrera.
Pasar por los controles adelantando al "mogollón" hasta llegar a nuestro cajón de salida, la música a tope esperando la salida, pantallas gigantes con imágenes históricas de esta mítica carrera, para luego ofrecer el directo más emotivo y una cuenta atrás al son de las 12 campanadas y con la imagen de un reloj al más puro estilo de la Puerta del Sol, brazos en alto, botes y saltos, camisetas por los aires, gritos de emoción y alegría... todo ello hizo que el agua que empezó a saludar nada más salir el primer cajón quedara en un segundo plano.
Bajar la Castellana iluminada (las obras tampoco las vimos, ¿a que no?), Cibeles, Atocha jarreando lluvia (volvió el recuerdo de Paracuellos, qué bueno es tener precedentes, lado positivo) y aún así con público animando también hizo que la lluvia torrencial perdiera importancia. Me preguntaba cómo podían tener el valor ellos, bajo los paraguas, de animarnos a nosotros, todos, conocidos o no. Oí a una chica decir "qué valor", y pensé: "jo, pues mira que vosotros..."
Pero la llegada al Puente de Vallecas cambió la carrera: la cuesta de la Avda. de la Albufera que recordaba de la carrera de S. Claudio (mi primera carrera y una de las cuestas más duras del asfalto madrileño que conozco) se conviertió en un paseo lleno de gritos, aplausos, ánimos individualizados que aún al recordarlo me siguen llenando de admiración hacia un público que dudo que tenga igual. Pensé una vez más que ellos tenían más mérito que nosotros: bajo la lluvia y los paraguas, salpicados además por nuestros pasos al saltar sobre los charcos, extendiendo las manos empapadas y los guantes chorreantes y alternando flashes, gritos de ánimo, información sobre lo que falta... imposible describir tanto apoyo, tanta comunión entre corredores y público, sencillamente, hay que vivirlo.
(Continuará)