Seguidores

domingo, 10 de febrero de 2008

¿La magia de la música?

El pasado viernes 8 de febrero fue uno de esos días "con magia", o con distintos momentos mágicos, al menos.


El primer momento mágico fue en el nuevo tren entre León y Madrid, el Alvia. Momentos antes de su partida, Julieta se puso a investigar en los botoncitos de los asientos... y justo en el momento de pulsar un botón, arrancó el tren. Su cara se iluminó y con una sonrisa de satsifacción nos dijo: "arranqué el tren, mamá. Pulsé el botón y arranqué el tren. Adiooooós, nos vamos a un concierto..."


Llegar a Chamartín, y que a los 5 minutos salga el tren para Atocha, y que pare en la vía contigua al que va a Aranjuez, y que encima el de Aranjuez (nuestro tren para Getafe) nos estuviera esperando... también me pareció, cuando menos, una "mágica casualidad", que además hizo que pudiéramos estar más tiempo con nuestra querida Marisa, con quien habíamos quedado para comer.


Al tomar uno de estos trenes de cercanías, Julieta nos sorprendió señalando los colores de las bandas, y diciendo: "mira, morado y naranja". Ha sido la primera vez que ha dicho colores, acertando y todo.


Entrar un viernes a las 5 de la tarde en una peluquería sin haber pedido cita, sin que te conozcan de nada, teniendo que estar lista para las 6 y que justo en ese momento tengan un "hueco"... es una sensación casi mágica también.



Asistir al ensayo de un concierto ayudando a los músicos y al Director, y que cada detalle que necesiten esté listo (agua escondida, focos que molestan, micros, taburete alto para el contrabajo...) no es algo "del otro mundo", pero sí fue un guiño de magia el cojín que le preparamos al contrabajo en el último minuto antes de salir al escenario con una tela y... ¡la funda de la silla de Julieta!



Volver al teatro al día siguiente para llevar algún cartel del concierto y, habiendo ya sido cambiada la cartelera para el sábado, encontrarnos los carteles salvados de la basura tras el mostrador, hasta le sorprendió a la señora taquillera, que dudaba que estuvieran por allí, pues la costumbre es tirarlos al cambiarlos. Aún había otro expuesto en un rinconcito que se les había escapado... Sin duda el duende que despistó a la persona encargada de tirarlos pensó en nosotros esta mañana.



Pero el momento mágico por excelencia fue cuando sonaron las primeras notas de la Pasión según San Juan, de J.S. Bach en el Teatro Federico García Lorca de Getafe (inuaguramos el Festival de Música Sacra de este año). Después de haber asistido al ensayo íntegro durante toda la tarde, me parecía estar oyendo de repente a otra formación distinta. El color de la música, el ánimo en las voces, la limpieza, claridad y fuerza de las notas... me sacudieron por dentro y me dejaron inmóvil durante los primeros minutos. No daba crédito a la mejoría. ¿Son los mismos?, ¿qué han tomado en la media hora que descansaron tras el ensayo?, ¿fue sólo agua lo que les di? Sin duda las horas de estudio y de ensayos, hasta hacer que casi todos se supieran la obra de memoria, y algunos incluso las partes de los demás, no sólo la suya, estaba dando sus frutos. Una vez más se constata el espíritu latino en nuestros músicos, que tanto sorprende a los colegas europeos. Ellos no se explican ese cambio que experimentamos del ensayo general a la actuación final, ni quizás nosotros mismos tampoco, pero tal vez es que olvidamos que existe la magia, que está ahí, en el aire, fuera y dentro de nosotros, sólo hace falta estar un poquito más atentos...

No hay comentarios: