(Imagen de dicasdecorrida)
Sólo he visto correr este año.
He ahogado mi pena escribiendo y planificando desde las sillas...
Os escribí algo el día después del Maratón de Madrid, el día en que lloré en la salida, sola, en silencio, viéndoos partir felices al encuentro de vosotros mismos... como lo hiciera yo hace algún tiempo, antes de que mi vida cambiara tanto y se volviera un poco más gris...
Os lo dejo como recuerdo de cualquier maratón y compañía en el verano que comienza. Falta "armarlo" un poco pero os lo brindo en adelanto de lo que será.
No me olvido de vosotros, ni del deseo de volver a correr algún día no muy lejano...
Te
vi corriendo.
Pero
no corrías en tu mente.
Luchabas.
Con
los pies, con las piernas,
Con
los brazos, los pulmones,
La
cabeza…
Con
todo el cuerpo y el alma,
Por fuera y también por dentro,
Como
si fuera la muerte
Que
te estuviera siguiendo.
Y
volabas.
Por
encima del mundo,
De
los hombres
Y
de todos los problemas.
Volabas
con tu aliento,
Tu
sudor y tus lágrimas.
La
emoción, el dolor, los ánimos,
El
no poder más
Y
seguir.
El
deseo más fuerte,
El
sueño cumplido,
La
meta sin fin.
No
hay mar más profundo
Ni
montaña más alta.
No
hay sentimiento igual
Ni
corazón más grande.
No
corrías.
Forjabas
a fuego lento.
Hilabas
tejidos eternos.
No
se llamaba “carrera”,
Ni
hiciste “competición”.
Fue
una vida entera,
Bebida
a sorbos,
Tu
“maratón”.
27 de abril de 2015, leído en el Atelier de Embajadores con la camiseta del Maratón que me firmásteis aquel año.